Claro de Luna
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 Sol de Medianoche: cap. 1 parte 2

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3 participantes
AutorMensaje
Edward Cullen
Alumno Nuevo
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Edward Cullen


Cantidad de envíos : 89
Fecha de inscripción : 24/02/2008

Sol de Medianoche: cap. 1 parte 2 Empty
MensajeTema: Sol de Medianoche: cap. 1 parte 2   Sol de Medianoche: cap. 1 parte 2 Icon_minitimeLun Feb 25, 2008 2:06 am

Esta noche tengo toneladas de trabajo. Trigonometría y los ejercicios
de Lengua. Espero que mamá… Angela Weber, un muchacha
tranquila, cuyos pensamientos eran generalmente
amables, algo poco habitual, era la única en la mesa que no
estaba obsesionada con Bella.
Podía oírlos a todos, oía cada insignificancia que se les ocurriera
conforme pasaba por su mente, pero nada en absoluto
procedente de aquella nueva alumna con esos ojos aparentemente
tan comunicativos.
Eso sí, podía escuchar lo que decía cuando se dirigía a Jessica.
No necesitaba leer la mente para oírlas hablar con voz baja
y clara en el lado opuesto de la gran estancia.
—¿Quién es el chico de pelo cobrizo? —le oí preguntar mirándome
disimuladamente de reojo, sólo para retirar de inmediato
la vista cuando se dio cuenta de que aún seguía con
los ojos fijos en ella.
Todavía tuve tiempo de considerar esperanzado que oír el
sonido de su voz me serviría para captar el tono de sus reflexiones,
perdidos en algún lugar al que yo no podía acceder,
pero enseguida me decepcioné. Lo normal es que los
pensamientos de la gente tengan el mismo tono que sus voces
físicas. Pero esa voz tranquila, tímida, me resultaba poco
familiar, no pertenecía a ninguno de los cientos que rebotaban
por la habitación, estaba seguro. Era completamente
nueva.
¡Ja, buena suerte, idiota!, pensó Jessica antes de contestar la
pregunta de la chica.
—Se llama Edward. Es guapísimo, por supuesto, pero no
pierdas el tiempo con él. No sale con nadie —levantó la nariz, desdeñosa—. Quizá ninguna de las chicas del instituto le
parece lo bastante guapa.
Volví la cabeza para ocultar la sonrisa. Jessica y sus compañeras
de clase no tenían ni idea de la suerte que tenían al no
interesarme ninguna de ellas en especial.
En ese estado de humor fluctuante, sentí un impulso extraño
que no terminé de entender. Quería hacer algo respecto al
tono mezquino de los pensamientos de Jessica, de los que la
nueva no era consciente… Sentí la extraña urgencia de interponerme
entre ellas para proteger a Bella Swan de los oscuros
manejos de Jessica. Era algo muy raro en mí sentir aquello.
Intenté llegar hasta las motivaciones que alimentaban dicho
impulso y volví a examinar a la chica.
Quizás fuera un instinto protector, el del fuerte sobre el débil,
sepultado en alguna parte desde hacía mucho tiempo. La
muchacha parecía más frágil que sus nuevas compañeras de
clase. Su piel era tan translúcida, que resultaba difícil creer
que le ofreciera mucha protección frente al mundo exterior.
Podía ver el rítmico pulso de su sangre a través de las venas
bajo esa clara y pálida membrana… Sería mejor que no me
concentrara en eso, se me daba muy bien la vida que había escogido,
pero estaba tan sediento como Jasper y no tenía sentido
darle alas a la tentación.
Tenía una arruguita entre las cejas de la que ella no parecía
consciente.
¡Aquello era increíblemente frustrante! Veía claramente el
esfuerzo que le costaba estar allí sentada, intentando conversar
con extraños, siendo el centro de la atención. Podía adivinar
su timidez por la postura de sus hombros, de aspecto frágil,
ligeramente hundidos, como si esperara un desaire de un
momento a otro. Pero sólo podía adivinar, ver o imaginar. No
había más que silencio en esta chica humana tan sumamente
corriente. No podía oír nada. ¿Por qué?
—¿Qué pasa? —murmuró Rosalie, interrumpiendo mi
concentración.
Dejé de mirar a la chica y sentí una especie de alivio. No deseaba
seguir intentándolo sin éxito, me irritaba. Y no quería
desarrollar ningún interés por sus pensamientos ocultos simplemente
porque no podía acceder a ellos. Sin duda, cuando
pudiera descifrarlos, y seguramente encontraría la manera de
hacerlo, serían tan superficiales e insignificantes como los
de cualquier otro humano. No merecían siquiera el esfuerzo
que me costaría llegar hasta ellos.
—¿Así que la chica nueva nos tiene miedo ya? —preguntó
Emmett, esperando aún una respuesta.
Me encogí de hombros. No estaba lo suficientemente interesado
para seguir presionando y obtener más información.
Ni debería interesarme.
Nos levantamos de la mesa y salimos de la cafetería.
Emmett, Rosalie y Jasper simulaban ser estudiantes de
último curso, por lo que se dirigieron hacia sus respectivas
clases. Yo interpretaba un papel más juvenil, de modo que
me encaminé hacia la clase de Biología de primero, preparándome
mentalmente para soportar el tedio. Era dudoso
que el señor Banner, un hombre de intelecto medio, se las
ingeniara para insertar en su explicación algo que pudiera
sorprender a alguien que tenía dos licenciaturas en Medicina.
En la clase, me instalé en mi silla y dejé que los libros, puro
atrezo, puesto que no contenían nada que no supiera ya, se
desparramaran por la mesa. Era el único alumno que no compartía
pupitre. Los humanos no eran lo bastante listos para
saber por qué me temían, pero su instinto de supervivencia
resultaba suficiente para mantenerlos alejados de mí.
El aula se fue llenando despacio conforme los chicos iban
regresando del almuerzo en un lento goteo. Me repantigué en
la silla y dejé transcurrir el tiempo. De nuevo, deseé ser capaz
de dormir.
Su nombre volvió a llamarme la atención, quizás porque estaba
pensando en ella cuando Angela Weber la acompañó
hasta la clase.
Bella parece tan tímida como yo. Apuesto lo que sea a que este
día le está resultando realmente difícil. Ojalá supiera qué decirle,
pero seguramente sonaría estúpido…
¡Bien!, pensó Mike Newton mientras se revolvía en su asiento
para ver entrar a las chicas.
Pero seguía sin leer pensamiento alguno desde la posición
ocupada por Bella Swan. El espacio vacío donde deberían estar
sus pensamientos me irritaba y desconcertaba.
Bella se acercó a la mesa del profesor avanzando por el
pasillo lateral que había a mi lado. Pobre chica, el único
pupitre libre era el contiguo al mío. Automáticamente limpié
su lado del pupitre, empujando mis libros hasta formar
una pila. Dudaba que se sintiera muy cómoda en ese asiento.
Comenzaba lo que para ella prometía ser un semestre
muy largo, al menos en esta clase. Sin embargo, quizás podría
sacar a la superficie sus secretos al sentarme a su lado;
no es que hubiera necesitado antes de proximidad para
conseguirlo… y tampoco es que hubiera nada que mereciera
la pena escuchar…
Bella Swan caminó hasta interponerse en el flujo de aire
caliente que soplaba en mi dirección desde la rejilla de ventilación.
Su olor me impactó como la bola de una grúa de demolición,
como un ariete. No existe imagen lo bastante violenta
para expresar la fuerza de lo que me sucedió en ese momento.
En aquel instante, no hubo nada que me asemejara a la persona
que fui antaño, no quedó ni un jirón de los harapos de humanidad
con los que me las arreglaba para encubrir mi naturaleza.
Yo era un depredador; ella, mi presa. No existía en el mundo
otra verdad que no fuera ésta.
Para mí ya no había una habitación llena de testigos, porque
en mi fuero interno los acababa de convertir a todos ellos
en daños colaterales. El misterio de sus pensamientos quedó
olvidado. Los pensamientos de Bella no me importaban nada
porque no iba a poder pensar por mucho más tiempo.
Yo era un vampiro y ella tenía la sangre más dulce que había
olido en ochenta años.
No concebía la existencia de un aroma como ése. Habría
empezado a buscarlo desde mucho tiempo antes si hubiera
sabido que existía. Hubiera peinado el planeta para encontrarlo.
Podía imaginar el sabor…
La sed ardía en mi garganta como si fuera fuego. Sentía la
boca achicharrada y deshidratada y el flujo fresco de ponzoña
no hizo nada por hacer desaparecer esa sensación. Mi estómago
se retorció de hambre, un eco de la sed. Se me contrajeron
los músculos, preparados para saltar.
No había pasado ni un segundo. Ella todavía no había terminado
de dar el paso que la había puesto en la dirección del
aire que fluía hacia mí.
Conforme su pie tocó el suelo, sus ojos se posaron en mí en
un movimiento que ella pretendía que fuera sigiloso. Su mirada
se encontró con la mía y me vi perfectamente reflejado en
el amplio espejo de sus ojos.
La sorpresa que me produjo ver mi cara proyectada en sus
pupilas le salvó la vida en aquellos momentos tan difíciles.
Pero no me lo puso fácil. Cuando ella fue consciente de la
expresión de mi rostro, la sangre inundó nuevamente sus mejillas,
volviendo su piel del color más delicioso que había visto
en mi vida. Su olor era como una bruma en mi cerebro a través
de la cual apenas podía razonar. Mis pensamientos bramaron
incoherentes, fuera de todo control.
Ella caminaba ahora más despacio, como si comprendiera
la necesidad de huir. Los nervios la hicieron comportarse de
modo torpe, por lo que tropezó y se tambaleó hacia delante,
casi cayendo sobre la chica sentada delante de mí. Parecía
débil, vulnerable, incluso más de lo que es habitual en un
humano.
Intenté concentrarme en el rostro que había visto en sus
ojos, un rostro que reconocí con asco. Era la cara del monstruo
que había en mí, el que había combatido y derrotado a
lo largo de décadas de esfuerzo y de disciplina inflexible. ¡Con
qué rapidez emergía ahora a la superficie!
El olor se arremolinó nuevamente a mi alrededor, dispersando
mis pensamientos y casi impulsándome fuera del asiento.
No. Mi mano se aferró a la parte central del borde de la mesa
para intentar sujetarme a la silla. Pero la madera no estaba
por la labor y mi mano atravesó el armazón y arrancó un puñado
de astillas. La forma de mis dedos quedó grabada en la
madera.
Destruye la evidencia, ésta era una regla fundamental. Rápidamente
pulvericé los bordes que tenían la forma de mis dedos,
dejando sólo un agujero desigual y una pila de virutas en
el suelo, que dispersé con el pie.
Destruye la evidencia. Daño colateral…
Sabía lo que iba a suceder ahora. La chica debería venir a
sentarse a mi lado y yo tendría que matarla.
Los testigos inocentes de la clase, otros dieciocho jóvenes y
un hombre, no podrían abandonar la habitación una vez que
hubieran asistido a lo que iba a ocurrir en breve.
Me acobardé ante la idea de lo que se avecinaba. Incluso en
mis peores momentos, jamás había cometido una atrocidad
como ésta. Nunca había matado a inocentes, al menos no en
las últimas ocho décadas. Y ahora planeaba masacrar a veinte
de una vez.
El rostro del monstruo en mi mente se burló de mí.
Aun cuando una parte de mí intentaba apartarse de aquella
idea horripilante, la otra parte planeaba la forma de perpetrarla.
En el caso de que matara a la chica primero, sólo dispondría
de quince o veinte segundos antes de que reaccionaran los
humanos del aula. Tal vez algo más si no se daban cuenta de
lo que estaba haciendo desde el principio. Ella no tendría
tiempo de gritar o sentir dolor y yo no la mataría con crueldad.
Esto era todo lo que podía hacer por esta desconocida
con esa sangre tan horriblemente deseable.
Pero habría de impedir que escaparan. No debía preocuparme
por las ventanas, ya que estaban demasiado altas y eran
muy pequeñas para servir a nadie en su huida. Sólo quedaba
la puerta, que los dejaría atrapados en cuanto se bloqueara.
Intentar abatirlos a todos cuando estuvieran dominados por
el pánico y chillando, en pleno caos, seguramente sería más
lento y difícil. No imposible, pero habría mucho ruido y
tiempo de sobra para un montón de gritos. Alguien podría
oírlos… y me vería forzado a matar incluso a más inocentes
en esta hora negra.
El olor me castigó hasta cerrarme la garganta reseca y dolorida.
Además, la sangre de Bella se enfriaría mientras mataba a
los otros.
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Serpens
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MensajeTema: Re: Sol de Medianoche: cap. 1 parte 2   Sol de Medianoche: cap. 1 parte 2 Icon_minitimeLun Feb 25, 2008 9:01 pm

Nooo, pobre Edward!!!
Mirá que me imaginaba que el tipo la deseaba mucho, pero no meimaginaba lo de liquidar a la clase entera! No se le ocurrió esperar hasta la pausa? No me lo imagino masacrando a todos. Ahora me entró la curiosidad, porque decía que no había matado inocentes en los últimos 80 años, cómo habrá sido?
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http://www.fotolog.com/la_judia_errante
Edward Cullen
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Edward Cullen


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MensajeTema: Re: Sol de Medianoche: cap. 1 parte 2   Sol de Medianoche: cap. 1 parte 2 Icon_minitimeLun Feb 25, 2008 9:06 pm

Con MUUUCHO autocontrol jajajaja!
Debe de ser muy fuerte para el... Tener ganas de comérsela y además ese instinto protector xD
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Alice Cullen
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MensajeTema: Re: Sol de Medianoche: cap. 1 parte 2   Sol de Medianoche: cap. 1 parte 2 Icon_minitimeMar Feb 26, 2008 1:19 am

Si.. lo peor son las visiones de Alice!
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MensajeTema: Re: Sol de Medianoche: cap. 1 parte 2   Sol de Medianoche: cap. 1 parte 2 Icon_minitime

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